¿Puede cambiarse el Pasado que
paradójicamente se reactualiza constantemente en la vida de las personas? ¿Puede
decirse algo para que se modifique
eso que aparentemente solo se presenta como una ilusión de modificación? En
ciertas ocasiones el pasado parece no tener solución y es esto justamente lo
que se respira en Casi un feliz encuentro
de Griselda Gambaro bajo la dirección de Alejandro Vizzotti, protagonizada por Claudia
Mac Auliffe y Sonia Novello. En esta obra nada se resuelve porque en realidad
nada hay para resolver: una mujer se encuentra frente otra mujer, otra que (también) supo ser
niña. Niñas fueron las dos. Crecieron juntas, comparten el lenguaje, sin
embargo, el puente no logra edificarse, algo no puede aprehenderse o abrazarse…
Y quizás la razón sea que los interrogantes no terminan aquí, siempre surge la
pregunta: ¿quién es esa otra frente a mí?
Una
pregunta que suele quedar sin respuesta por estar precedida aún por otra, esa que
cada uno se hace a sí mismo frente a la dificultad de saber quién es y todavía
más si esa creación (ese que se es) es
resultado del accionar del otro que comparte la sangre. Entonces cuál es el porqué
de la perversidad latente cada vez que se ¿dialoga? con un familiar que formó parte de ese tiempo pasado,
momento de la historia donde parecen brotar todas las marcas que nunca
desaparecerán.

El título de la obra ya lo dice casi todo
pero cómo puede una obra teatral de una sola escena que ocurre en un solo lugar
en un breve lapso temporal y con pocas palabras hacer que todo ese acervo de
interrogantes entorno a las posibles legitimaciones de identidad ligadas a lo
fraternal se resignifiquen o logren ser vistas con conciencia de la enorme
(aterradora) dificultad de la simple y compleja unión de hermanos. Gambaro parece
insinuar que encontrarse con la palabra del hermano puede ser lo más difícil de
alcanzar; al presentarnos a estas dos mujeres en un momento bisagra de sus vidas
retoma la problemática de la incomunicación, una constante en su obra desde la
década del ‘50.
En menos de una hora las hermanas vivirán un
encuentro ambiguo y contradictorio en un escenario con una austera escenografía
que transmite la frialdad que se respira entre ellas aunque por instantes parezca
tener cierta facilidad para disfrazarse de calidez. Esta posibilidad de disfraz
también está dada por las actuaciones, cercanas a lo extravagante, que ponen en
evidencia cuán ligada a la puesta en escena está la relación; que la música
elegida no logre formar una unidad coherente también alude a la intensa
incomunicación. A su vez, si el espectador pudiera detenerse en el “milagro”
que es la fraternidad el trabajo de iluminación de la obra puede reconocerse
como un acierto que a modo de nudos a los extremos de un hilo tensado sostienen
el entramado interno.
Las célebres palabras del Marín Fierro
sobrevuelan aunque quizás aquí la posibilidad de que los devoren los de afuera
no es tan estremecedora como la posibilidad de que ante la desunión fraternal uno
sea devorado por su propia otredad.
Manuela Rímoli.
Ficha
técnica:
Casi
un feliz encuentro de Griselda Gambaro
Dirección:
Alejandro Vizzotti
Actrices:
Claudia Mac Auliffe y Sonia Novello
Asistente
de Dirección y Producción General: Marco Riccobene
Escenografía:
Ariel Vaccaro
Vestuario:
Merlina Molina Castaño
Asesoramiento
sonoro: Zypce
Iluminación: Mariano
Dobryz