
Silvina nos ofrece sutil pero decididamente,
una mirada etérea, cegadora, celeste y luminosa que nos alivia frente a los misterios
de la vida. Frente a los misterios de un rostro, un nombre, una
familia, una casa o un conjunto de cristales rotos en un rincón. Entregarse a
sus palabras es animarse a viajar en silencio por un mundo paralelo, por un
mundo que se encuentra del otro lado de cualquier espejo.
Sin embargo, Silvina Ocampo, sin
piedad alguna, da vuelta sus espejos y nos muestra la cara maliciosa del
reflejo humano, perenne. La crueldad de un niño, de una palabra mal dicha, de
un castigo ancestral. La sorpresa mórbida y el instante de cambio. El tiempo en
círculos, el tiempo serpiente. La verdad
como mentira que disuelve el papel en un río antes de que aprendamos a nadar.
Manuela Rímoli.